Santiago 1: 18

“18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

El Espíritu Santo, quien todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios (1 Corintios 2: 10), nos da una hermosa evidencia de lo bueno que es Dios.

¿A quién se refiere?

Santiago 1: 18 comienza con un pronombre personal, “Él”. Si leemos el versículo inmediatamente anterior podremos identificar a quién se refiere. El versículo anterior dice: “17  Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Entonces, el Padre de las luces, de quien procede toda buena dádiva y todo don perfecto y quien no cambia, es quien, “(…), de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, (…)“.

Dios el Padre nos fue presentado por Cristo. Juan 1: 18 nos dice: “18  A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Jesús quiere que conozcamos al Padre. Él nos dice que nadie va al Padre, sino es por él (Juan 14:6), y nos enseña a pedir llamándolo “Padre nuestro” (Mateo 6: 9).

¿Cómo es su voluntad?

En Santiago 1: 18, el Espíritu nos habla de la voluntad del Padre, el “Padre nuestro” del que Cristo nos enseñó, el Padre de las luces del versículo anterior. ¿Cómo es su voluntad? ¿Qué sabemos de ella? Pues Cristo nos enseña a pedir: “10 (…) Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). En Santiago 1: 18 el Espíritu Santo nos dice que “18 (…), de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, (…)“. Es decir, hubo intención. Nuestro nacimiento en la fe no fue un resultado al azar, sino que hubo intención en el Padre de las luces de hacernos nacer por la palabra de verdad. No de nosotros salió la intención de ser salvos, sino de Dios Padre. “10  En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (I Juan 4: 10). Él tomó la iniciativa, y por ello nos dice Jesús  “16  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3: 16).


Gracias Padre por ser tan bueno, y haber tenido en tu voluntad el hacernos nacer. Gracias Cristo por mostrarnos al Padre, y habernos traído la palabra de verdad. Gracias Espíritu Santo por mostrarnos cómo es la voluntad del Padre. 


18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Santiago 1: 18)

Scroll to Top