¿Quién es Dios?

Dios se presenta. Sabemos quién es por lo que él mismo dice en su Palabra. Comenzaremos por aprender quién es Dios por Su nombre. Luego, testificaremos de su manifestación en la encarnación, y por último, incluiremos la doctrina de la Trinidad. Por lo que en esta lección desarrollaremos:

  1. El nombre de Dios
  2. Dios manifestado en la encarnación
  3. La doctrina de la Trinidad

1. El nombre de Dios

Cuando Dios le encomendó a Moisés sacar a Israel de Egipto, le dijo cuál era su nombre. “13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. 15 (…) Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.” (Éxodo 3:13-15)

Este es el nombre de Dios. En algunas versiones de la Biblia es traducido como “Jehová”, palabra que se refiere al mismo nombre de Dios.

Con respecto a Su nombre, Dios pidió que:

1. No tomaran el nombre de él en vano. (Éxodo 20:7)

2. Se usara en la bendición de Números 6: 23-27:
23 Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: 24 ‘Jehová te bendiga y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.’ 27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

En este pasaje, “poner el nombre” significa pronunciarlo, invocarlo. Es así que Dios prohibió usar su nombre en vano, pero sí usarlo para bendecir a su pueblo.

Y… ¿Quién es Jehová?

En primer lugar, Jehová es el creador. Se nos dice en Génesis 1: 1 y 31: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. (…)

Encontramos un relato detallado acerca de Dios como creador desde el capítulo 38 de Job hasta el 41. Jehová está respondiendo a Job desde un torbellino, y comienza el relato en el versículo 1 y hasta el versículo 7 del capítulo 38 diciendo: 

1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

Uno de los profetas que lo reconoce como Creador es Jonás. Jonás iba huyendo en un barco con dirección a Tarsis, y se desató una tempestad tan grande en el mar, que los marineros pensaron que se partiría la nave. Los otros marineros le preguntaron a Jonás qué oficio tenía, de cuál tierra venía y cuál era su pueblo. “Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.” (Jonás 1:9). Jehová es el Creador.

Todo lo que existe fue creado, y fue creado por Jehová. Dice en Apocalipsis 4:11: “11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” El apóstol Pablo, refiriéndose al amor de Dios por los suyos, dice: “38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8: 38,39). 

Y todo lo que Él creó, es bueno. Génesis 1:31 nos relata que después de terminar de crear toda su creación, Dios vio que era buena en gran manera. “31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. (…)

De esta forma, concluimos que todo lo que existe fue creado por Jehová. No hay nada ni nadie por encima de él, pues el creador de todo es Él.

Ante tan grande manifestación de bondad creativa, lo que se nos pide es adorarlo.

Además de ser el Creador de todo lo que existe, Jehová Dios es soberano sobre todo y todos, y ejerce su señorío y su voluntad. 

El Salmo 29: 10, 11 dice: “10 (…) Y se sienta Jehová como rey para siempre. 11 Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” El Salmo 45: 6 dice: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino.” El Salmo 103: 19-22 nos dice: 

19 Jehová estableció en los cielos su trono,
Y su reino domina sobre todos.
20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,
Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
Obedeciendo a la voz de su precepto.
21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,
Ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,
En todos los lugares de su señorío.
Bendice, alma mía, a Jehová.

El reconocimiento de su soberanía también la encontramos en otros pasajes. Así por ejemplo, el profeta Daniel dice:
20 (…) Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21 Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22 Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. (Daniel 2: 20-22)

Respecto a su señorío y voluntad, el Salmo 135: 6 dice: “Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.” Y ¿Qué quiere Jehová Dios? ¿Cuál es la voluntad del Dios soberano? En 1 Tesalonicenses 4: 3 leemos: “3 (…) la voluntad de Dios es vuestra santificación; (…)” Esto es claramente comprensible cuando consideramos otro atributo de Dios. Dios es santo.

La santidad es ese atributo de Dios por el cual él es diferente de nosotros. Dios no puede dejar de ser santo para acercarse a nosotros para tener una relación armoniosa, por lo cual, nos invita a nosotros a ser santos para tener esa relación con Él. En Levítico 11:45, nos especifica: “Porque yo soy Jehová, (…): seréis, pues, santos, porque yo soy santo.” Si ser santos es la voluntad del Dios creador y soberano para el ser humano, ¿Cómo ser santos? Dios pensó en esto, y puso en acción un plan para ahora tener el medio por el cual podemos ser santos. 

Aquí es necesario considerar también que Dios es justo. Él no tiene por inocente al culpable (Números 14:18), y ante él, todos somos culpables de pecado. Romanos 3: 23 nos dice: “23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,” Esa culpabilidad demanda nuestra muerte, por lo que era necesario que alguien justo muriera por los injustos. Para esto vino Cristo. I Pedro 3: 18 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, (…)“. Y por medio de la fe en su sacrificio, obtenemos su justicia y somos justos delante de Dios, según Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;

¿Hay otro camino para ser salvos, por ejemplo con sacrificios de animales? El escritor de Hebreos, refiriéndose a la práctica litúrgica que se hacía para limpiar pecados, dice que “(…)  la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.” (Hebreos 10: 4). Entonces, refiriéndose a la primera venida de Jesús, cuando él tomó carne y habitó entre nosotros, desde el versículo 5 del mismo capítulo  leemos: 

5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (…),y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

En esa voluntad de la que habla el escritor de Hebreos, somos santificados, en esa voluntad del Dios soberano que Jesús vino a cumplir. Somos santificados cuando confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, y creemos en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos, y nos seguimos santificando a lo largo de la vida. Esa es la voluntad del Dios soberano, y por Romanos 12: 2, podemos estar seguros que su voluntad es buena, agradable, y perfecta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” 

Esta es una demostración de que Dios es bueno, y a tal punto es su bondad que nos guía a Él. Podría habernos dejado sin esperanza y sin Dios en el mundo, bajo la potestad de las tinieblas, pero Él es tan bueno que proveyó un camino a él, y nos lo muestra. “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4) Podemos confiar en que Dios es bueno.

Jehová Dios, el creador, soberano, santo, justo, y bueno es eterno. Él no está delimitado por el tiempo. Él creó las grandes lumbreras para contar las estaciones, días y años (Génesis 1: 14), pero él es sin tiempo. En Romanos 1:20 dice: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, (…)”. Su mismo nombre revelado a Moisés no indica un tiempo pasado ni futuro. Él es. “14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (Éxodo 3: 14). En Apocalipsis 1: 8 leemos: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” 

Además, demostrado con el pasaje anterior, Dios es todopoderoso. En Jeremías 32 dice: “27 He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (versículo 27). Dios todo lo puede hacer, excepto aquello que vaya contra su naturaleza, pero su poder es infinito.

El Dios todopoderoso, es también el Dios que todo lo sabe. Todo lo que es posible de conocer, ya sea pasado, presente o futuro, por Dios es conocido. Antes que las cosas sucedan, ya Dios las conoce, y las cosas que sucedieron, también las conoce. Dice en Isaías 46: 9, 10: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;” Él hizo promesas antes que esas promesas se cumplieran, y eso demuestra dos cosas: Primero, que él anunció, y cumplió lo que anunció. En otras palabras, que él tuvo el conocimiento de lo que venía y el poder para hacerlo realidad. Segundo, que sus promesas, que aún no se han cumplido, se cumplirán. El mismo Dios que prometió y cumplió en el pasado, es el mismo Dios que cumplirá en el futuro. Podemos confiar en el Dios que todo lo sabe. 

El Dios que todo lo sabe es también el Dios que está en todo lugar. No hay lugar donde él no esté presente. En Jeremías 23: 23, 24 nos dice: “23 ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos?24 ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” 

El salmista describe la omnisciencia y omnipresencia de Dios en el Salmo 139: 1-12: 

1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
5 Detrás y delante me rodeaste,
Y sobre mí pusiste tu mano.
6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
Alto es, no lo puedo comprender.
7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
9 Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
10 Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
12 Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

Otro atributo de Dios es su inmutabilidad. Esto quiere decir que Dios no cambia. Dios es perfecto y no puede perfeccionarse más, ni en ningún momento fue menos perfecto. Él no es hoy diferente de quién fue, ni será diferente de quién es. Él no cambia. En Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Así que lo que él dice en su Palabra respecto a Él, sigue siendo verdadero hoy, y lo seguirá siendo por siempre. 

Dios es fiel y verdadero. Como Dios tiene todo el conocimiento, Él sabe lo que sucederá en el futuro, y lo anuncia desde antes que suceda. Y como es todopoderoso, tiene todo el poder para cumplirlo. Además, lo que él dice que va a hacer, lo hará, porque Él es fiel y verdadero. En Deuteronomio 7:9 leemos: “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.” Dice en Números 23:19: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló ¿y no lo ejecutará?” En él no hay mentira ni falsedad, y todo lo que él promete, lo cumplirá. 

También Dios es amor. En Jeremías 31:3 dice: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” En I Juan 4:8 leemos: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” La mayor demostración de su amor está en el hecho de que envió a su amado Hijo al mundo. “16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3: 16) Jesús nos amó tanto, que puso su vida por nosotros. En Juan 15: 12,13 nos dice: “12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” 

Todo este esfuerzo por describir a Dios para que creamos en él, quedaría incompleto si omitiéramos cuando Dios tomó carne humana y habitó entre nosotros para abrir un camino entre el ser humano y Él. Este evento tan trascendental fue anunciado desde, lo que los cristianos llamamos, el Antiguo Testamento. 

2. Dios manifestado en la encarnación

¿Cómo pudo Dios seguir siendo Dios mientras era a la vez humano pero sin pecado? Leamos lo que dice Filipenses 2:5-8:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Es así como Dios siguió siendo Dios, aunque tomó carne y habitó entre nosotros. 

Veamos algunos pasajes que nos hablan de su Divinidad. Por ejemplo, en Juan 1, se nos presenta a Jesús como el Verbo, la Palabra, quien era Dios, por quien todas las cosas fueron hechas, y quien venía a este mundo. 

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
(…)
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Dios tomó carne, habitó entre nosotros, y se llamó Jesús, porque según Mateo 1:21, “(…) él salvará a su pueblo de sus pecados.

Entre las descripciones de Jesús, respecto a sí mismo, él dijo:

  • (…) Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” (Juan 6: 35)
  • (…) Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juan 8:12)
  • (…) Yo soy la puerta de las ovejas;” “(…) el que por mí entrare, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos.” (Juan 10: 7,9)
  • Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen,” (Juan 10: 11,14)
  • (…) Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11: 25)
  • (…) Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14: 6)
  • Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.” “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí, nada podéis hacer. (Juan 15: 1,5)

A través de estos pasajes, Jesús nos habla de su misión, de su propósito, pero respecto a su naturaleza, el registro de su vida en Las Sagradas Escrituras nos testifica que Jesús, siendo humano, fue igual que nosotros, excepto en la inclinación hacia el mal que tiene todo ser humano. Él tuvo hambre, sed, se cansaba… y en cuanto a la tentación, dice en Hebreos 4:15 “(…) fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Y aunque humano, no dejó de ser Dios: Él perdonaba pecados, recibía adoración, se identificaba como uno con el Padre, y hacía milagros y señales entre el pueblo. Jesús fue completamente humano y completamente divino. Dice en Colosenses 2:9: “Porque en él [Jesús] habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

¿Quién es el Padre que menciona Jesús?

La Biblia nos dice en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Dios envió a su único Hijo al mundo para salvar al mundo por medio de la fe en el sacrificio de Jesús. Jesús lo presentó como el Padre, y Él, al enviar a su Hijo unigénito, se presentó como el Padre. 

Es de aclarar que no hay pasaje bíblico que nos indique que la divinidad de Jesús es inferior a la del Padre. No. Jesús es tan Dios como lo es el Padre.

Veamos el diálogo que tuvo Jesús con uno de sus discípulos:

8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, (…) (Juan 14:8-10)

Entonces, Dios tomó carne y habitó entre nosotros, y fue llamado Jesús. Murió en la cruz para pagar el rescate por nuestro pecado, resucitó, y ahora está sentado a la diestra de Dios. Esteban lo testificó así: “55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.” (Hechos 7: 55,56). I Pedro 3:22 dice: “22 quien [Jesús] habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.

Y el pasaje con el que comenzamos la explicación acerca de la encarnación, dice así:
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2: 5-8)

Aprenderemos más de nuestra relación con Dios como Padre en la lección #5.

3. La doctrina de la Trinidad

La doctrina de la Trinidad es el nombre que damos los cristianos a una verdad que es desarrollada en las Sagradas Escrituras. 

Por ejemplo, encontramos una pluralidad en la deidad en el libro de Génesis. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; (…)” (Génesis 1:26). También, en Génesis 11 se nos relata de la construcción de una torre. “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” (Génesis 11: 6, 7)

En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como igual al Padre, y el Espíritu Santo también participa de la obra de la salvación. Por ejemplo en Mateo 28: 19, dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

Otro pasaje en el que el Espíritu Santo es considerado diferente pero no inferior del Padre y del Hijo, está en Hechos 13: 2, donde el Espíritu Santo habla respecto al llamado de Bernabé y Saulo para la obra. “Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” En Hechos 15: 28, el Espíritu Santo es tomado en consideración en una decisión de la Iglesia. “28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, (…)“. Y, además, el Espíritu Santo puede ser contristado, según Efesios 4: 30. A través de estos pasajes, podemos demostrar que el Espíritu Santo también participa activamente de la obra de salvación, decidiendo e incluso, puede ser contristado.

La pluralidad en la Deidad, es de difícil comprensión para el ser humano, debido en parte a nuestro limitado entendimiento. La interpretación que realiza la cristiandad respecto a esta pluralidad, recibe el nombre de la doctrina de la Trinidad. Específicamente, la declaración de fe de la Iglesia de Dios originada en Cleveland, Tennessee, dice: “Creemos en un Dios que existe eternamente en tres personas. A saber: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.” (traducido al español)

Así, Dios es uno. No son tres dioses. Es un sólo Dios. Son tres personas. Tres personas que tienen la misma naturaleza divina, pero ninguna persona divina es más Dios que otra. No.

Dios tomó la iniciativa de presentarse a Sí mismo al ser humano. ¿Por qué el ser humano lo habría de rechazar?

Para terminar, 

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. (Isaías 55:6)

La versión de la Biblia usada es la Reina Valera 1960

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