Carta abierta
Nuestro objetivo es crear material cristiano para hermanos y hermanas en la fe, que viven en lugares donde son perseguidos por ser cristianos. Este material estaría disponible a través de sitios web y en sus propios idiomas.
Estamos en la primera etapa, dirigiéndonos hacia las personas que hablan en idioma bengalí, hindi y urdu.
«7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!
Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.»
(Salmo 36: 7)
En el versículo 12, el salmista señala un punto distante en el espacio diciendo: “allí”. «12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad; Fueron derribados, y no podrán levantarse.” (Salmo 36: 12). Desde donde está el salmista, hay una distancia entre él y lo que está señalando. ¿Dónde está el salmista?
Al principio del Salmo 36, encontramos una descripción de los hacedores de iniquidad. La iniquidad del impío le dice al salmista al corazón que no hay temor de Dios delante de sus ojos. El hacedor de maldad se lisonjea de que su iniquidad no será hallada y aborrecida, las palabras de su boca son iniquidad y fraude, medita maldad sobre su cama, está en camino no bueno, y el mal no aborrece.
Sin embargo, la misericordia del Señor llega hasta los cielos, y es tan preciosa, que los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de sus alas, y el salmista le pide al Señor que extienda su misericordia a los que Lo conocen, y que pie de soberbia no venga contra él, y mano de impíos no lo mueva.
Es aquí desde donde el salmista señala el punto distante diciendo “allí”. «12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad; Fueron derribados, y no podrán levantarse.” (Salmo 36: 12).
Sin embargo, como la misericordia del Señor se extiende hasta los cielos, aún el hacedor de maldad puede volverse de su mal camino, arrepentirse, pues Dios, que es tan bueno, señala a los pecadores el camino (Salmo 25: 8). Oremos para que el hacedor de maldad se arrepienta de tal forma que diga como diría un arrepentido, señalando a un punto distante: ahí, ahí quedaron mis hechos de iniquidad.
Al comenzar la semana 36 del año, lo hacemos con un aire de agradecimiento, confianza, y esperanza. Agradecemos al Señor el ser completamente saciados de la grosura de su casa. Confiamos de tal forma en Él, que bajo sus alas nos amparamos. Y mantenemos la esperanza de que así como tuvo misericordia de nosotros y nos atrajo a Él, así lo continúe haciendo con aquellos similares a nosotros, sólo que en este momento están en un punto distante.
En Cristo,
Mk.